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El debate sobre la propuesta de la ‘Torre del Puerto’ ha provocado no solo numerosas expectativas positivas y negativas sino, y lo que parece más importante, una manera un tanto controvertida de las diferentes ‘miradas’ que se han producido sobre la ciudad. Es evidente que las transformaciones de la ciudad son reflejo de los cambios sustanciales que se producen en el transcurso del tiempo. Y también es notorio que estas ‘mutaciones’ se perciben no sin cierta dificultad por quienes siguen conceptualmente vinculados a la acomodada ciudad heredada porque la conocen y la controlan, en contraposición a esa otra ciudad ‘futura’ que desconocen y por tanto pierden su control. Perder ese control de lo que conocen como mirada estática de la ciudad y rechazar su transformación ‘mutante’ hacia un futuro necesariamente cambiante, no deja de generar posiciones un tanto conservacionistas ante el propio desconocimiento de las mutaciones que producen sus transformaciones.

Y no me refiero a poner en duda el principal concepto de la acción urbanística en la ciudad, como es el equilibrio entre las rentabilidades sociales de lo público que legitiman las rentabilidades económicas de lo privado, sino al sintomático rechazo a sus transformaciones que precisamente posibilitan y potencian dichos equilibrios. Nadie podría poner en duda la evolución histórica que producen estas transformaciones en la ciudad, y que la Málaga del pasado con toda su nostalgia es sensiblemente peor que la Málaga heredada con todos sus aciertos y desaciertos, y que también, la Málaga del futuro debería tener su legítima aspiración para mejorar su posición en el ‘damero’ competitivo de otras muchas ciudades de su misma condición y escala.

Si bien es cierto que estas transformaciones deben obedecer a la buena ordenación de sus intervenciones, habría también que reconocer que no pueden estar sujetas a la nostalgia inmovilista de la ciudad como tampoco a la grandilocuencia al margen de la misma. La principal cuestión sería cómo entender y encauzar su importante transformación actual en este momento de pujanza económica, quizás solo comparable a su mejor momento histórico de final del S.XIX y principios del S.XX, desde la atenta ‘mirada’ hacia lo que el futuro nos ofrece más que desde el ensimismamiento a un presente inmovilista que ya es ‘pasado’. No es de extrañar que precisamente la actuación del Hotel de la ‘Torre del Puerto’, y otras actuaciones que se están desarrollando actualmente en la ciudad, se produzcan en estos momentos y no antes porque es ahora cuando la ciudad tiene la oportunidad de realizar un tránsito desde las complejas herencias urbanísticas de una confusa y discutible etapa anterior hacia la nueva ‘modernidad’ que le ofrece su actual momento de auge económico, cultural y social que le aporta su pujanza turística.

A pesar de esta realidad, quizás no parece haberse entendido algunos aspectos novedosos de la propuesta del Hotel que merecen cierta reflexión conceptual, como la de que al tratarse de un suelo de Concesión Pública no pueda existir la especulación económica del suelo que se produce precisamente con las calificaciones urbanísticas en suelo privado, ya que el suelo del Hotel no pierde su condición jurídica de suelo portuario; o en las dudas que se plantean respecto a una tramitación administrativa, que por su carácter estatal resulta ser mucho más meticulosa que cualquier otra de carácter local; o deformar visiones paisajísticas de un frente litoral, anulando la base del paisaje como son las distancias y escalas entre los ‘objetos’ que de manera dinámica adquieren multitud de visiones y perspectivas; o tener que recurrir a jocosas comparaciones que muestran cierta incapacidad en plantear argumentos esenciales de la disciplina del paisaje como ‘proyecto’ dinámico y no como estática imagen bucólica del mismo.

Por todo ello, es difícil comprender esa actitud de la permanente negación a estas transformaciones, que parece situarse más cerca de la abstracción teórica de lo ‘subjetivo’ o en motivos interesados ajenos a aquello que niegan, que en la responsable definición de los argumentos de lo ‘objetivo’ que lo concreta, resultando finalmente ser la excusa conceptual sobre la que se apoya un reducido pensamiento académico que necesitando respaldarse en sus instituciones no parecen encontrar otra salida que esa visión inmovilista y estática de la ciudad ante su falta de compresión por lograr asimilar no solo aquello que se transformó en el pasado para poder entender la ciudad del presente que han recibido, sino también las necesarias dinámicas de transformación que requiere esa ‘otra’ ciudad para adaptarse al futuro que ya ha comenzado con las nuevas demandas que se producen en esta también nueva etapa.

Artículo en Diario SUR

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