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El reciente informe elaborado por el Consejo Nacional Español del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, organización asesora de la Unesco, sobre el impacto del futuro hotel del Puerto en el paisaje patrimonial de Málaga merece, cuanto menos, algunas consideraciones, no tanto por sus conclusiones y recomendaciones, bastante previsibles, sino por su metodología y criterios en la elaboración del mismo.

Y merece un análisis porque el informe puede llegar a utilizarse como una referencia independiente en medio del debate entre los que están a favor y los que están en contra de este proyecto cuando, visto lo visto, no es así. Al menos por lo que se desprende de su lectura y análisis. Vaya por delante que estas consideraciones no discuten o ponen en entredicho las opiniones de Icomo, respetables como no puede ser de otra forma, sino la validez del informe como fuente independiente.

Icomos aclara que el informe se realiza a «petición expresa de la Plataforma Defendamos Nuestro Horizonte. Movimiento de Oposición a la Construcción del Rascacielos de Málaga». Y peor ello, «el Comité Nacional Español de Icomos decidió realizar este informe sobre el impacto del hotel en el paisaje patrimonial de Málaga».

De la misma forma, Icomos expresa su oposición conceptual a la construcción en vertical, lo que sin duda condiciona a priori su análisis, y llega a afirmar que la posible construcción del rascacielos está en contra de los valores ciudadanos. «La presión urbanística y la tendencia a la verticalidad en la construcción son expresiones globales que alteran las claves y escalas del modelo de ciudad histórica europea y mediterránea», dice. «El hotel será visto en un amplio radio, de forma que se convertirá en el elemento más visible de la ciudad de Málaga. No parece adecuado, ni desde la perspectiva patrimonial, ni desde la de los valores ciudadanos, otorgar el protagonismo de la ciudad al último elemento que se construye; sobre todo cuando este protagonismo proviene de un volumen exagerado y no de un uso que enriquezca, como sí han hecho otros edificios malagueños durante los últimos años, el acervo cultural de la ciudad», se puede leer en la parte en la que relata las aportaciones más relevantes en su opinión. Este argumento, claro, hubiera impedido en su momento la construcción de innumerables edificaciones que hoy son emblemáticas en Málaga y en cualquier ciudad.

Si aplicáramos criterios periodísticos a este informe, diríamos que le falta contexto y pluralidad en las fuentes de información, tanto documentales como personales. Es cierto que Icomos hace un exhaustivo análisis histórico del paisaje patrimonial de Málaga y el Puerto, pero quizá le falta hacerlo del modelo de crecimiento y desarrollo de la ciudad, tanto en el pasado como en el presente y futuro. En cuanto a las fuentes, quizá el mayor lunar del informe es que de 17 personas entrevistadas, 14 se han expresado, personalmente o a través de las entidades que representan, en contra del proyecto; las otras tres son los portavoces de PP y PSOE, cuyos grupos se han manifestado a favor, y el autor del proyecto, el arquitecto José Seguí. Se echa en falta la opinión no sólo de entidades que se han expresado a favor, como la Asociación de Hoteleros (Ahecos) o la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), sino de arquitectos, profesores universitarios, intelectuales o empresarios que sí defienden esta idea. La importancia de este equilibrio en las fuentes es fundamental porque el informe se apoya de manera extensa en las opiniones recabadas en sus dos visitas, hasta el punto de que toma como suyas muchas de ellas. Y teniendo en cuenta que el respaldo institucional es mayoritario, esa pluralidad era determinante, al margen de que las conclusiones de Icomo, como era obvio y predecible, siempre hubieran sido contrarias a la construcción.

Otros de los elementos que llama la atención del informe es que ignore en su secuencia histórica del debate referencias a favor de la torre, mientras que describe con detalle la posición de la Academia de Ciencias o la Academia de Bellas Artes de San Telmo. Este criterio erosiona la credibilidad del mismo en vez de potenciar su rigor científico.

La gran duda es que el principal argumento del informe se basa en que la torre del puerto rompería las escalas del paisaje patrimonial del puerto y la ciudad. Y ese mismo argumento se habría podido utilizar contra muchas edificaciones del pasado que el propio informe defiende hoy. Es decir, la propia Farola fue en su día, hace 200 años, una edificación que redefinió las escalas de ese paisaje, tanto desde el punto de vista objetivo como desde el subjetivo y simbólico, utilizando la terminología de Icomos.

El trabajo de Icomos es, en definitiva, un buen informe y una buena herramienta para quienes están en contra del proyecto, pero no se puede considerar un informe independiente y objetivo. El hecho anecdótico pero simbólico de que una fotografía de La Farola ilustre la portada del informe evidencia esa predisposición metodológica, como si estar a favor de la torre del puerto significará estar contra La Farola, empequeñecida por la propia expansión portuaria de las últimas décadas.

Entrado ahora en el terreno de la opinión, parece evidente que Icomos tiene un criterio muy conservacionista respecto al patrimonio y a su entorno. Es lógico y contribuye a generar conciencia y opinión. Las discrepancias pueden girar en torno a cómo las ciudades gestionan esa protección patrimonial y el desarrollo inevitable del entorno. Y también a la siempre difícil relación entre ese conservacionismo y el progreso. Porque hay quienes pueden entender que una forma de progreso es quedarnos como estamos y otros, en cambio, aspiren a una evolución más o menos intensa. En ambos casos pueden existir argumentos de peso. Estas tensiones, imagino, habrán ocurrido siempre. Incluso en Málaga tenemos buenos ejemplos, algunos de éxito y otros de fracaso, en todo el entorno monumental de Alcazaba, Alcazabilla, La Coracha, Aduana y Gibralfaro, por ejemplo. Al margen de que se esté o no a favor del proyecto de la torre, es indudable de que los entornos urbanos son como ecosistemas que evolucionan y se desarrollan. La Málaga de hoy le debe mucho a decisiones estratégicas como la apertura de la calle Larios, la construcción del Parque y la ampliación del Puerto en terrenos ganados al mar, la construcción del Muelle Uno, proyectos, por cierto, que hoy tendrían muy difícil, por no decir imposible, superar toda la maraña burocrática estatal, autonómica, local, urbanística y medioambiental. Pero eso es otra historia.

Artículo en Diario SUR

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